Los ancylostomas son parásitos internos de los perros y de los gatos, entre otras especies animales, que se ubican en el intestino delgado de estas mascotas provocando distintos trastornos sobre su salud, en particular la pérdida de gran cantidad de sangre, y que, en casos extremos, llegan a ocasionar la muerte de los animales, en particular de los cachorros.
Se trata de una de las especies de parásitos más frecuentemente halladas en la materia fecal de los perros, según varios estudios realizados en paseos públicos, balnearios, plazas y aceras de distintas ciudades de la Argentina y de otros países. En estos relevamientos se comprobó también que es frecuente hallar en la materia fecal de estas mascotas la presencia de ancylostomas “asociada” con otros parásitos intestinales.
Estos parásitos miden entre 1 a 2 centímetros de largo y son de color gris-rojizo. Poseen un aparato bucal provisto de dientes o ganchos que les permiten fijarse a las paredes del intestino de los perros y gatos provocándole lesiones a través de las cuales se alimentan de la sangre de los animales. Para facilitar esta tarea producen un poderoso anticoagulante que mantiene permanentemente sangrando a estos puntos del intestino donde el ancylostoma se “prende” con sus ganchos.
Algunas formas de este parásito pueden ubicarse en otros lugares del organismo distintos del aparato digestivo, por ejemplo en los músculos, donde permanecen aletargadas hasta que, por diversos estímulos, pueden reactivarse y completar el ciclo de contagio.
Además de enfermar a las mascotas, estos parásitos pueden contagiar a las personas, tanto adultos como niños.
¿Cómo se contagian las mascotas?
El contagio se produce a través del contacto directo de un perro o gato con la materia fecal de otro animal parasitado donde se encuentran los huevos de ancylostoma. En los cachorros también puede existir contagio, a partir de la madre infestada, durante el parto y la lactancia. Sucede que durante la gestación, las larvas del parásito que pudieran estar “dormidas” o enquistadas en los músculos de una perra, pueden reactivarse, diseminándose a través de la leche y contagiando a los cachorros en las tres primeras semanas de vida. Estas larvas enquistadas pueden transmitirse a las crías durante tres camadas seguidas sin necesidad que la madre vuelva a reinfestarse en todo ese período.
Una sola hembra adulta de ancylostoma puede depositar más de 100 mil huevos por día, lo que implica que cada cachorro parasitado con cientos de estos organismos constituye un foco potencial de diseminación de millones de huevos de ancylostoma cada 24 horas.
Cuando las condiciones ambientales de humedad y temperatura son propicias, los huevos del parásito se transforman en larvas infestantes que contagian a otras mascotas. Estas larvas pueden permanecer en el ambiente como tales durante varias semanas. El ciclo de vida del parásito se reinicia cuando las larvas son ingeridas por otro animal o cuando estas penetran a través de la piel de una mascota.
¿Cómo afectan estos parásitos a la salud de las mascotas?
Los daños que provocan los ancylostomas están relacionados, por un lado, con la pérdida de sangre de los animales de compañía ocasionada por la alimentación del parásito y, por el otro, con las lesiones que se forman sobre la pared del intestino de las mascotas. En el primer caso el síntoma más evidente es la anemia, sobretodo cuando el volumen de pérdida de sangre es muy grande. Si bien cada ancylostoma succiona por día apenas la décima parte de un mililitro de la sangre del perro, la presencia de cientos de ejemplares en el intestino de un cachorro representa una pérdida importante para las bajas reservas de una pequeña mascota.
Además estos parásitos cambian constantemente de lugar de fijación en el intestino y los sitios anteriores en los que se fijaron continúan sangrando por algún tiempo, lo que agrava aún más el impacto de la pérdida sanguínea. En ocasiones las secreciones de anticoagulantes por parte del parásito pasan a la circulación sanguínea general de la mascota pudiendo alterar el proceso normal de coagulación. En este sentido, los cachorros con infestaciones severas de ancylostomas pueden morir por pérdida aguda de sangre antes de cumplir las tres semanas de edad.
La otra consecuencia relevante de la ancylostomiasis es la diarrea. Se estima que en los perros adultos las parasitosis son la principal causa de este tipo de trastorno intestinal.
El grado de severidad de los daños producidos por este parásito está relacionado con el nivel de infestación, es decir, la cantidad de ancylostomas que tenga la mascota en su intestino, la edad del animal, su estado nutricional y el nivel de desarrollo de sus defensas naturales.
¿Qué síntomas presentan los perros parasitados?
Los cachorros infestados pueden parecer saludables durante la primera semana de vida, pero su estado general se deteriora rápidamente en la segunda o tercera semana. Dichos cachorros presentan encías pálidas y su materia fecal es muy oscura lo que indica la presencia de sangre. Estas pequeñas mascotas pueden morir debido a la infestación antes de que los huevos sean detectados en la materia fecal, lo cual no ocurre antes de las dos semanas posteriores al ingreso del parásito.
Por su parte los perros adultos con infestaciones suaves pueden no evidenciar síntomas, pero cuando tienen en su intestino una gran cantidad de ancylostomas, los animales presentan anemia, deshidratación, debilidad e inquietud. Sus heces son de color rojo oscuro o negras por la presencia de sangre. En estos casos la diarrea también es otro signo frecuente de observar.
¿Este parásito puede contagiarse a las personas?
Sí, además de infestar a los perros los ancylostomas también representan una amenaza para la salud humana. Bajo el nombre de síndrome de larva migrante cutánea se conoce la enfermedad provocada en el hombre (y en particular en los chicos) por varias especies de ancylostomas, entre ellas las que se encuentran en los perros parasitados. Las personas se contagian al tomar contacto con arena húmeda o tierra que contiene estas larvas infestantes. Estas ingresan al organismo directamente a través de su piel causando la enfermedad.
Cualquier individuo que trabaje en áreas potencialmente contaminadas, tales como perreras o refugios, debe usar siempre zapatos (nunca descalzo), guantes y otras prendas protectoras. Se ha encontrado a este parásito en varios sitios estrechamente vinculados con la actividad humana como: los areneros de escuelas y plazas, en la arena de playas (Brasil y Corrientes), en el suelo (tierra) de paseos públicos, en las aceras de grandes ciudades, etc.
Los niños pequeños constituyen un grupo de alto riesgo al contagio con este parásito debido a su costumbre de llevarse a la boca las manos y distintos objetos sucios con tierra.
¿Cómo puedo reconocer si mi mascota tiene este parásito?
Además de los datos aportados por la sintomatología del animal parasitado, el médico veterinario debe realizar un análisis sanguíneo (para determinar la presencia de anemia) y de la materia fecal del perro o gato en cuestión para buscar los huevos del parásito.
¿Cómo se previene esta parasitosis?
En primer lugar hay que mantener la higiene ambiental de la zona donde la mascota habitualmente defeca y evitar el contacto con materia fecal de otros animales cuando se encuentra en un lugar público.
Existen distintos tipos de antiparasitarios que son efectivos para prevenir esta parasitosis.
Fuente: http://www.merial.com.ar/pet_owners/Pages/ancy1.aspx