Convencional: Higos

Convencional: Higos

Segundo fruto de la higuera, blando y dulce, de color encarnado o blanco en su interior y verde o morado en el exterior: el pastel de higos con frutos secos es típico de las fechas navideñas.
Árbol moráceo, propio de la región mediterránea, cuyos frutos son comestibles.

Higuera
Árbol caducifolio, que a veces se ramifica desde el suelo igual que un arbusto, con la corteza lisa de color gris. Tiene de tres a cinco hojas palmatilobadas, que miden entre 20 y 35 cm de longitud y otros tantos de anchura. Dichas hojas tienen la punta de los lóbulos obtusa o redondeada, y la base cordada, son de textura papirácea, áspera al tacto, y su pecíolo mide unos 8 a 10 de longitud.

Fecundación y formación del fruto.
La higuera pierde sus hojas poco a poco en otoño, empieza a florecer a principios de la primavera, y echa tres brotes, uno de hojas, otro de ramas y el tercero de higos.
Las flores de este árbol son diminutas (un milímetro de longitud) y se encuentran encerradas en el interior del higo formando un tipo de fruto que se denomina sicono.
Al principio de su desarrollo, el higo es duro y de un tono verde que va cambiando según la variedad de que se trate: hay higos blancos con la piel verde o amarillenta, cuya pulpa es clara; pero también existen otros que son negros, con la piel pardo – oscura y el interior violáceo.

Cultivo
Las higueras son exigentes en cuanto a las condiciones climáticas, no resisten los fríos invernales y necesitan de mucho sol en verano; las lluvias abundantes y las nieblas estropean los higos. Prefiere suelos calizos y profundos, con corrientes de agua subterránea a las que puedan llegar sus largas raíces.
Para plantar una higuera hay que separar los vástagos que nacen al pie del árbol, y después plantarlos en otoño o al final del invierno. También se puede plantar una rama, de aproximadamente un metro de longitud, que lleve en su extremo los tres ojos o brotes que dan desarrollo completo a la higuera. En la parte inferior del esqueje se hace una incisión, y se abre para colocar en su interior una, tres o cinco lentejas (hoy sabemos que las lentejas producen una hormona que acelera la formación de las raíces).
Para que crezca bien la higuera el brote no debe secarse nunca, así que se coloca una vasija o bote al que se le ha perforado la base de tal manera que, al llenarlo de agua, gotee lentamente. El recipiente se ata a un palo y se sitúa justo encima del último brote, así que el goteo continuado mantiene dichos brotes siempre frescos y verdes.
Una vez que la higuera ha prendido no requiere de mayores cuidados. Los mejores ejemplares crecen a corta altura (unos cuatro metros) extendiéndose mucho hacia los lados, y con las ramas laterales sostenidas con troncos para que no caigan a tierra. Las ramas más cargadas de frutos son aquellas que ascienden un trecho para luego caer como dedos que ofrecen sus abundantes higos.
La cosecha de higos se ha de hacer en tiempo seco y a buena mañana, entre otras cosas para evitar el escozor que produce el látex que emiten las hojas al ser rozadas. Para que la cosecha de higos no se estropee se coloca en la base de la caja o cesta una capa de hojas del mismo árbol y los frutos se acomodan en hileras con el pedúnculo hacia arriba.

Composición
Las hojas, los pedúnculos y los higos a punto de madurar contienen diastasa, esterasa, lipasa, proteasa, cravina y fermento lab, un látex pegajoso y blanco, irritante a la piel que contiene alrededor del 12 % de una goma que se coagula en contacto con el aire. Los higos están compuestos principalmente de azúcares -fundamentalmente, sacarosa, fructuosa y glucosa-, cuyo contenido varía desde un 20 % en los higos frescos y maduros, a un 62 % en los secos. Además, contienen ácidos málico, cítrico y acético, pentosanas, mucílago y gomas; son ricos en vitamina A, C y D, e incorporan a su composición una importante diversidad de minerales como hierro, magnesio, potasio, sodio calcio, fósforo y silicio.