Dr. Amor:
Ante todo le adelanto que en este momento me encuentro en una posición muy incómoda (según los facultativos la definición técnica sería: decúbito dorsal con tendencia intracascarrial in naturabilis), y que ya me tienen podrido con la regadera.
Mi nombre es Guadalquivir Pérez Middleton y soy nacido en el pueblo de Rojas, hijo de madre soltera y un padre del cual sólo sé que era un hampón de origen formoseño que se dedicaba al tráfico de huevos de campo adulterados. Además le decían El Perro.
Este último puede sonar como un dato menor, pero a mí no me lo parece tanto a la luz de la serie de acontecimientos que narraré a continuación.
Dado el carácter retraído de mi personalidad, mi aproximación al sexo opuesto fue un tanto tardía. Por supuesto que siempre hubo algún recurso a mano para aliviar tensiones, pero usted y yo sabemos que nada mejor que un cuerpo a cuerpo.
De resultas, el día de mi cumpleaños número cincuenta pasó por casa mi amigo Polonio Avironeta, el pelotari, y dijo que ya era hora de que le conociera la cara a Gianfranco Pagliaro.
Primero pensé que íbamos a un recital, pero cuando nos metimos en aquel bolichón de mala muerte y vi aproximárseme a ese viejo adefesio en cueros (¡créame que nunca se vio tanto hueso junto desde el hallazgo del Gasparinisaurus!), supe que estábamos propiamente en un quilombo.
Antes de que Polonio terminara de decir que fuera tranquilo porque corría con todos los gastos pagos, la vieja ya me había metido en un sucucho y me tenía meta y ponga como rengo a la muleta. Y está bien que la pobre era un esperpento, pero entiéndase que yo tenía más producción primaria acumulada que toda la cuenca lechera del Salado.
Hasta ahí todo bien, pero fue entonces que se desencadenó mi enorme desgracia. Porque usted no lo va a creer, pero tras breve cabalgata sobre tan espeluznante jamelgo… me avergüenza un poco decirlo… ¡¡¡ME QUEDE ABOTONADO!!!… ¡¡¡AL MEJOR ESTILO RINTINTIN!!!! Y lo peor de todo es que la abotonadura fue tal que… ¡¡¡TODAVÍA SIGO ENCARAMADO A LA VIEJA!!!… por más que me tiren agua con la regadera y me metan pajitas de escoba por ya sabe dónde, porque dicen en el campo, que frunciendo por ahí afloja.
De esto hace ya más de un mes y a esta altura nos hemos convertido poco menos que en siameses. Además como ella tiene ciática me hace poner en esta posición tan incómoda que referí al comienzo de mi carta, y encima ahora me inició juicio por lucro cesante, porque sostiene que yo le estaría obturando su canal de comercialización.
Caro Dr.: ¿qué sugiere para mi caso?
Respuesta del DR AMOR:
Estimado Guadalquivir:
Una situación verdaderamente inusitada la que estas viviendo. Con atención y detenimiento todo el grupo de profesionales -más de 175- que componen esta sección, hemos leído tu carta. ¡Lindo festejo de tu cumpleaños! Pero ¿cómo te metiste en semejante problema? O ¿cómo la metiste en semejante pozo ciego? ¡Chico grande….habrá se visto! Pero el que las hace las paga. Y en este caso surge espontáneamente una pregunta: ¿le pagaste a la javie?. En relación a tu actual postura y situación, te comentamos que ya salió nuestro consultorio móvil, compuesto por dos médicos, una siquiatra, un carpintero y un plomero. Los instrumentos que llevan, básicamente son pinzas, llaves y un serrucho. Lamentablemente el anestesista tenía una cena, así que viajó en colectivo al día siguiente. En relación a tu sensación de vergüenza, te decimos que no debes tenerla. Por allí dirían …»hijo e tigre» , porque por algo a tu padre le decían «el perro». Pero que todo esto no te amilane. Una vez que seas «despegado» y si tu cuerpo queda en condiciones -recordá que va el plomero-, lo que debes hacer es ir a la casa de tu amigo Polonio, y cagarlo bien a patadas en el culo.
En relación a un supuesto juicio que quiere hacerte la javie por lucro cesante, hemos consultado con un abogado amigo, pero todavía no hemos tenido respuesta, ya que fue internado por un súbito ataque de risa.
Dr.Amor