I
Como la lluvia copiosa sobre el suelo,
como rayo de sol sobre la planta,
como cota de acero sobre el pecho,
como noble palabra sobre el alma,
para los hijos
de tus entrañas
debe ser tu cariño hermana mía
riego, calor, consolación y gracia.
II
Como tierra sedienta de rocío,
como planta en la sombra sepultada,
como pecho desnudo en el peligro,
como guerrero inerme en la batalla,
así, en la ardiente
contienda humana,
¡ay! los hijos que pierden a sus padres,
pierden riego, calor, escudo y lanza.
III
Como nube de arena que no riega,
como sol que no alumbra en la borrasca,
como roto espaldar que no defiende,
como consejo que pervierte y mancha,
así, malditos,
padres sin alma,
son aquellos que niegan a sus hijos
consejo, amor, ejemplo y esperanza.
IV
Como fecunda tierra agradecida,
como planta que al sol sus flores alza,
como pecho confiado tras la cota,
como hasta Dios se magnifica el alma,
así, los hijos,
cuando les aman,
dan plantas de virtud como esa tierra,
frutos de bendición como esas plantas,
arranques de valor como esos pechos,
rayos de inmensa luz como esas almas.
(Dedica a su hermana Carmen)
Almafuerte, cuyo verdadero nombre fue Pedro Bonifacio Palacios nació el 13 de mayo de 1854 en San Justo, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Su vocación de maestro le llevó, a los 16 años, a dirigir una escuelita en el pueblo de Chacabuco donde, en 1884, tuvo la oportunidad de conocer a Sarmiento y fue docente durante su presidencia.
Sin título oficial, y con métodos muy personales, impartía una enseñanza que por sobre todo abría un panorama espiritual en sus alumnos. Por razones personales abandonó la docencia, y se trasladó, primero a Buenos Aires y luego a La Plata, para dirigir y colaborar en periódicos de la época. Aunque circunstancial, su labor periodística fue intensa y de lucha, transmitiendo su espíritu a la juventud que participó en los hechos revolucionarios de la última década del siglo XIX. Para ese entonces, eran muchos los diarios que recogían artículos y versos de Almafuerte (algunos publicados con otros seudónimos, ya que utilizó varios en su acción periodística).
Sus mejores obras fueron publicadas después de su muerte, ocurrida en Buenos Aires.
Libros publicados
- Lamentaciones, La Plata, 1906
- Evangélicas, Buenos Aires, 1915
- Poesías, con prólogo de Juan Más y Pí, 1916
- Poesías Completas, Montevideo, 1917.
- Poesías Completas, publicada en «Grandes Escritores Argentinos» ha sido la mejor de estas recopilaciones