Este dicho pertenece a los argentinos y está ligado con los tiempos en que eran habituales los garitos o lugares de juegos prohibidos, uno de los cuales, alejado del centro de la ciudad, albergaba una orgullosa palmera que se erguía en los fondos de la casa.
Como la palmera estaba alejada del lugar de reunión de los jugadores, los que perdían o no la venían llevando bien con los números, se sentaban en el cantero que circundaba la planta y meditaban sobre la esquiva fortuna, compartiendo a veces el último cigarrillo.
Con el tiempo, y una vez que el lugar se hizo más y más popular, la planta también acrecentó su fama y dio origen al nacimiento del dicho “estar en la palmera”, en directa alusión a los que se hallaban junto a la planta porque ya habían perdido todo su capital. Posteriormente, la expresión comenzó a utilizarse en otros ámbitos en los que se debía justificar que alguien estaba totalmente quebrado económicamente.